Nos despertamos en Bergen, posiblemente la ciudad más bonita de Noruega. Con sus 280.000 habitantes, es la segunda urbe de Noruega tras Oslo. Bergen si supera a la capital como destino más turístico del país. Su situación estratégica a las puertas de los fiordos, su abigarrado patrimonio histórico-artístico así como la abundante oferta cultura y de ocio con la que Bergen cuenta, la convierte en el destino favorito de miles de turistas cada año. Son cientos los cruceros que atracan en su puerto buscando adentrarse en algunos de los numerosos fiordos que rodean la ciudad.
Nos levantamos bien temprano con el deseo de conocer el barrio más famoso y antiguo de la ciudad; Bryggen. Este se sitúa en la orilla oriental del fiordo donde se asienta la ciudad. Bryggen era un enclave comercial fundado por la Liga Hanseática en 1360 con el propósito de comercial con otras ciudades alemanas y danesas. La Liga se disolvió a finales del siglo XVI, pero su legado patrimonial todavía pervive en la ciudad. Sus pintorescas casas de madera fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979. Tras recorrer sus concurridas callejuelas, repusimos fuerzas y tomamos el famoso funicular de Floyen. Tras ascender por las empinadas colinas de la ciudad, nos apeamos en el excelente mirador desde el que pudimos disfrutar de unas vistas privilegiadas de la ciudad. Allí tomamos numerosas fotografías antes de descender por un placentero sendero que nos dejó en el centro de la ciudad. Nuestros visitantes tuvieron la tarde libre para visitar la ciudad. Concluimos el día cenando en el famoso mercado del pescado. Una parada casi obligatoria para todos los viajeros que llegan a Bergen.